lunes, 30 de noviembre de 2009

Casi, casi, casi.

Sí, en la corniza del remordimiento estaban aún guardadas las ganas locas de los besos y caricias de ese amor tortuoso que se dejó atrás por la fuerza y a duras penas.
De improviso se salían los despechos y saltaban a destrozarlo todo, nunca se pudo aguantar los comentarios hirientes que le tenían todas rotas las cuerdas vocales, rasmillada la garganta y los ojos hechos agua.
Con canciones regrabadas pasab la lista a los momentos del ayer y los espiaba por la rendija de la puerta, negándose a dejarlos partir, no todavía no se cerraban las heridas, que parecían estar recién a tajo abierto.
Y en eso, una mano me agarró por la espalda, y una boca me tapó los labios con firmeza quitandome el último aliento.
Ahora estoy vagando media muerta por lo que parece ser el limbo.

jueves, 26 de noviembre de 2009

De esos y otros cuentos

"Oiga mijita, que no le metan el de'o en la boca, no sea pajarona..."

Y yo me pregunto, qué se mete la señora, si lo único que sabe de mí es lo que alcanzo a escuchar en la micro.

Tanta vieja sapa no...

miércoles, 25 de noviembre de 2009

Cumpleaños

Es cierto, los años no pasan en vano... sólo pasan.
Y es cierto, también, que cuando pasan dejan su rastro imborrable.

viernes, 20 de noviembre de 2009

Terrible

Eres terrible, desastrozo, desordenado, difuso.
Nunca escuchas, no ves nada, no sabes nada, es como si no estibieras nunca aquí.
Pero... sabes exactamente lo que quiero, cnoces mis necesidades, te das cuenta que de lo que me pasa con solo mirarme.
Además, tu risa es exquisita y hace años que nadie me invitaba a jugar.
Por eso, a mis 72 años, puedo decir que me he vuelto a enamorar.

jueves, 19 de noviembre de 2009

Piruetas

Un fuerte estruendo y allá va la Pulguita con el pelo desordenado.
Igual que todos los años nuevos.

Ca-chi-pún !

Yapo, a la tersera... y con revancha?

miércoles, 11 de noviembre de 2009

Hora de recuentos en vano

Entre cometas, fotos, árboles, recuerdos, estrellas, días y miradas pienso. Miro hacia atrás, como es muy sano hacerlo de vez en cuando. Hago un recuento y me decepciono, aunque no tanto, porque de todos modos ya sabía el resultado. Es increible la cantidad de horas diarias que pierdo sentada aquí, fingiendo que estudio mucho y estudiando un poco, mirando vidas ajenas, espiando al de al lado, intruseando y curioseando. Echo de menos el solcito rico que entra por la ventana, lo estoy aguardando, sé que en unas horas lo inundará todo.
Y miró hacia atrás. Me doy cuenta lo poco que he hecho, cuan poco he construido, y lo poco que armé a duras penas, se me empieza a desmoronar. Es cierto, aunque no lo diga muy seguido, que me da miedo ver con los ojos bien abiertos, prefiero mirar de reojo. Es cierto, que me desiluciona bastante verme y mirar lo que fui, lo poco que he cambiado y lo nada orgullosa que me siento. Pierdo la mayor parte del día soñando con lo que no soy ni seré, es una práctica bien inútil y tortuosa, pero me mantiene lejos de lo que en realidad hay, que me llena de tristeza.
En el recuento no hay amores infinitos y fogosos, no hay amistades eternas y fantásticas, no hay deslumbrantes logros, no hay agredecimientos especiales, no hay viajes astrales, no hay diversión desbordante, no hay un millón de cosas que me encantaría hubiesen. Pero tampoco hay inmensas penas, ni maldades insufribles. Lo que sí hay es un poco de nada con una pizca de olvido. Hay cariños inmensos, hay personas que casi no veo, hay un amor que duele, hay nerviosismo, hay ganas de cambiar el mundo, hay un montón de recuerdos a los que me aferro, hay poca intimidad, hay sueños con los ojos abiertos, hay espera de algo que nunca llega, hay pena constante pero no inmensa, hay flojera, hay mediocridad, hay buenos y malos momentos.
Me di cuenta que me hace falta rehacerme entera para estar contenta, no me acepto pero me quiero. Me di cuenta que mientras más recuentos hago, más tranquila me quedo. La otra vez escuche que lo que uno es es el relato que se hace a sí mismo. Y es verdad, me he contado mi historia mil y una veces para asegurarme que me la creo, me dibujo un sonrisa ancha en la que caben todos, me arreglo la chasquilla y camino por la calle segura de lo que me dije que soy. Hasta que llega alguien a cambiarme mi historia, entonces lloro un rato y me vuelvo a leer el cuento, me dibujo mi sonrisa ancha una vez más y sigo caminando.
Mientras armo mi recuento y separo cosas para el lado de lo bueno y de lo malo, cambio la música, tecleo muy poco ágil y me miro al espejo aver si encuentro algo lindo que poner en él.
Y sé que cuando termine estaré esperando por una noche de sueños espectaculares y llegué o no seguiré caminando con mi pendrive enchufado.

viernes, 6 de noviembre de 2009

Quiero, pero no puedo... o tal vez no quiero



Algunas veces las dudas se agolpan en mi cabecita y no me dejan seguir en paz. Y no, no me atrevo ni a decirte nada ni a preguntarte nada.


Soy tan cobarde, tan cobarde a vecese.