miércoles, 29 de junio de 2011

Dos segundos más

En la cabeza ya no caben, ya no. Y los puños apretados, los dientes también, ni la vista puedo levantar, hasta tengo mariposas en la guata. Es por miedo. y el miedo más grande que me da es nunca poder arrancarte de las cosas, de la nieve, del sol y del mar, de los sitios más perfectos para vacacionar Un día ya lo sé y al otro lo olvido, lo confundo. Es por miedo. no me queda claro si al final hay que hablar o partir sin decir nada más Es por miedo a perderlo todo, es por miedo a hacerlo sólo por rencor, porque aunque trato de no sentirlo, no lo logro. Y el perdón se me escapa, no logro alcanzarlo. la confianza se ha perdido, nuestros lazos destruidos Otras bocas llenan mis palabras, mis sentimientos agotados de correr y explicarse. Yo parada, atónita, los miro sin comprenderlos, escapándoseme entre los dedos. Es por miedo. y el miedo más grande que me da es nunca poder arrancarte de las cosas, de la nieve, del sol y del mar, de los sitios más perfectos para vacacionar Es por miedo a arrepentirme. Pero, eso no me agobia tanto como nunca estar segura de lo que quiero, adentro está todo tan revuelto, lo dejaste todo enredado, arrasaste con lo poco y nada que había, te paraste cual Godzila a destruirlo, destruirme con tus manos cortando en pedacitos chiquitos y soplando fuerte. Se volaron varios, se perdieron muchos, yo corriendo tras de ellos llegue a la esquina sin número y cansada, me convenciste. Escupiendo fuego apague los ríos. Me mire al espejo. Ya no caben, en la cabeza, ya no. Es por miedo y no me cuenten, y no me digan, no quiero saber si ahora es más feliz tu vida y las promesas que nos hicimos a mi me apestan pero a ti te dan lo mismo Es por miedo a arrancarme la piel que tú cubriste y verme desnuda y pequeñita. Conocerme de nuevo, por dentro y por fuera. Yo quiero su don, para tocar con su dedo mi corazón y sin plabras decirme al oído lo que no me atrevo a escuchar. Para seguir caminando, ahora sin respuestas esquivas necesito su don, divino conocimiento incustionable. Pero, a mi ese don me es ajeno. Y sigo caminando, con las confusiones a cuestas. Es por miedo. ahora de ellos yo me privo, por miedo a cruzarme contigo y tu bronceado atractivo Por ahora aguardo, impaciente, a que en mi mirada venga el soplo que me lleve volando sin más preocupaciones y ese miedo se deshaga entre las nubes. y soy un barco a la deriva y tengo de miedo de atracar justo en tu isla y las promesas que nos hicimos a mi me apestan pero a ti te dan lo mismo Con los pies enterrados en medio del mar, lavándome el pelo con caracolitos adornado, hasta que él decida llevarme y en sus aguas atraparme. Quizás con otro olor.

jueves, 23 de junio de 2011

Decisión

Con una mano en la empuñadura y la otra rodeándole el cuello, la mirada fija en la gota de sudor que le recorre la espalda como contando las vertebras, los labios apretados y las rodillas temblando disimuladamente. Es una decisión ya tomada, lo sabe, pero, distinto es hacerlo. Mira fijamente la gota de sudor que sigue bajando y se pierde entre los glúteos, tratando de encontrar en ella las agallas para que la decisión ya tomada se vuelva acto. No hay ningún detalle perdido, todos están meticulosamente cuidados. Aprieta un poco más el cuello, sintiendo como se extingue la respiración. Se acerca y escucha con atención el débil silbido que emite al espirar. Cierra los ojos y disfruta el momento. Su corazón acelerado de gozo cada vez más fuerte le parece explotar en el pecho. Aprieta con fuerza el cuchillo y lentamente lo desliza, casi con delicadeza lo hunde en la piel. La sangre brota. Para un segundo, abre los ojos y mira lo que está haciendo. Sonríe y continua. Corta la piel una y otra vez. Es, realmente, placentero. Tiene las manos ensangrentadas, la cara, la ropa, la boca también. Lo disfruta. Mira como los ojos lentamente se pierden, como una lágrima austera pide ayuda, la seca con ternura y con un beso da la puñalada final, en medio del estomago. Encima del cuerpo aguarda a que el corazón eclipse sus latidos. Ya no respira, ya no mira, ya no duele. Deja el cuerpo. Al fin, es feliz.

miércoles, 22 de junio de 2011

sin

casi no despierto para verme a la luz de la madrugada y mirar con los oidos lo que está afuera de mi ventana con la cortina roñosa semia bierta aguardando que el ojo ajeno pase a ver el espectáculo de mi pieza de mi penosa vida pero el ojo ajeno siempre atento y siempre morboso se deleita con lo más mínimo porque lo engrandece y chismorrotea lo escuchas gruñir quejarse gemir opinar sin vergüenza sin tapujos de lo que creia mio indeleblemente mio y no lo era bajando la mirada y casi desnuda me cuestiono hasta los suspiros que alguna ves te llevaste en el bolsillo de atrás del pantalón y hoy se caen por todos lados ensuciando mis pasos que ando arrastrando por las calles sin sentido esperando que el valor me encuentre de frente me sacuda me despierte me tome de la mano me acompañe y tome por mi las decisiones que me ciego a diario con las manos heladas tapandome la boca asfixiando los pensamientos hats que el reloj marca la hora del fin se apaga la luz y de nuevo me duermo en mi

sábado, 18 de junio de 2011

se me calleron las palabras en el olvido
por culpa de esta cosa que se come todo y me deja una lágrima atrapada en las comisuras añejas

miércoles, 15 de junio de 2011

Dije que no

Un millón de veces
con firmeza
con rabia
sin importarme mucho
con seriedad absoluta
con calma y serenidad
con ansias
con cariño
con maldad
sin ganas
con bríos
con engaño
sin querer
lamentándome
riendo
con pena inmensa
sin tanta pena
con energía
con placer
con frío
y también con calor
con nostalgia
con amargura
sin ternura
con miedo
y aún así
no logro convencerme.