martes, 25 de octubre de 2011

Suspendida

Seis años que acaban de terminar. Eso es harto tiempo. Y estaba más tranquila cuando no sabía si acabaría o no. Debieron ser sólo cuatro, pero no estaba lista. Aún no lo estoy, sin estar lista los terminé, es que no era como si tuviese muchas opciones.
Ahora despierto todos los días con menos idea que antes de que hacer con mi vida. ¿Y ahora qué? Ese es mi primer pensamiento en la mañana y el último por la noche. Y todos alrededor dándote consejos que no son para tí, son para ellos. Consejos que no me alivian, me agobian.
Ya no tengo excusa en la que esconderme y no estoy dispuesta a hacerme la tonta de mis prresentimientos y meterme como todos dicen en lo que sé hacer. Que en realidad tampoco lo sé, pero todos creen que sí. Y aunque supiese, porque claro que no pasaron en vano los seis años, no quiero, no estoy a gusto.
Necesito brillar, necesito encontrar que hacer que me deje brillar. Hace mucho que no brillo. Espero que sea como andar en bicicleta y no se me haya olvidado como hacerlo... No, sí sé como brillar. Pero ¿en qué momento dejé de hacerlo? ¿Cómo fue que me perdí en el camino?
Ese es mi problema ultimamente, no tengo ni idea dónde estoy parada, ni para dónde voy, ni dónde quiero llegar. Supongo, eso sí, que en algún minuto lo voy a averiguar.
Seis años, un carton y nada, nada de nada.

miércoles, 12 de octubre de 2011

4 años

"4 años son más que suficientes para conocer el amor de verdad" le decía Ignacio a su mamá, mientras ésta lo miraba atónita tratando de comprender de dónde su hijo sacaba esos pensamientos tan de grandes.

martes, 11 de octubre de 2011

Blank Mind

Abrió los ojos. Un dolor eterno le recorría la espalda. Le costaba moverse y el suelo fangoso lo atrapaba. Estaba oscuro, sólo una pequeña luz roja colgando en una esquina del techo alumbraba la gigantesca habitación de interminables paredes negras. No lograba pararse, no sabía dónde estaba, se arrastró hasta una de las paredes. Gateando tanteaba las paredes en busca de una puerta, pero no la encontraba. Estaba frío, tenía la ropa mojada y le faltaba un zapato. Trataba de recordar dónde estaba antes de haber llegado ahí. Se le venían a la cabeza unos recuerdos vagos como en flashes. Recordaba una multitud, luces, ruido. "¿Dónde estaba?" se preguntaba. Achicando los ojos intentaba ver algo en la oscura habitación.
Repentinamente se abrió una puerta en el techo, que dejó entrar de lleno la luz cegándolo. -Cállate- le dijo una mujer joven mientras le tiraba unas bolsas - No vayas a hacer ruido, todavía te buscan, ahí hay ropa y comida - dijo cerrando la puerta.
En silencio buscó las bolsas, sacó una polera que apenas le entraba y unos pantaloncillos. "No hay zapatos" se lamentó. A tientas buscó la segunda bolsa para comer, no había reparado en que tenía bastante hambre.
Arriba escuchaba pasos en todas direcciones. Intentaba recordar pero seguía viendo la multitud, las luces y el ruido. Se sentó bajo la luz, encogido. Tras un largo rato se sintió sueñoso, al recostarse sintió un bulto. Se dio vuelta, era Milagros tendida en el fango.
-¡Milagros!- Le susurraba al oído moviéndola para despertarla. - ¡Milagros!-.
La muchacha no reaccionaba, la zamarreó con fuerza, sólo entonces escuchó un débil quejido.
-¡Milagros! ¿Qué ha pasado? ¿Dónde estamos?- Le preguntó con voz muy suave, siguiendo las instrucciones de la joven que anteriormente le había dicho que estuviese callado.
Se acercó a la boca de Milagros para poder escuchar lo que le decía -No te preocupes, estamos a salvo-.
-¿A salvo? ¿Cómo es eso?
-Te buscan como dementes, te lo advertí antes de entrar a la fiesta, pero estabas como loco.
-No logro recordar nada ¿Tú estás bien? ¿Dónde estamos?
-Llegamos tarde a la fiesta porque quisiste pasar a buscar un poco. En el camino te lo echaste todo. Adentro estaba Victoria, la viste bailar con alguien y te volviste loco.
-¿Victoria?
-Sí, te le abalanzaste y comenzaste a darle golpes, no dejabas de pegarle.
-¡¿A Victoria?! ¡No es posible! ¡Yo jamás le pegaría a Victoria!
-¡No idiota! No a Victoria, al chico que bailaba con ella. Le pegaste hasta dejarlo inconsciente. Llegaron los guardianes así que tuvimos que escondernos. La Malu nos tiró aquí.
-¿Pero dónde estamos Milagros?
Nuevamente se abrió la puerta del techo, Malu gritaba desenfrenadamente.
Cinco guardianes saltaron dentro de la habitación, tomaron a Milagros fuertemente y la sacaron del lugar.
Arriba Malu y Milagros se tapaban los oídos llorando y gritando desesperadas. Pasaron sólo unos segundos cuando los guardianes subieron con el cuerpo muerto de Agustín.