Ahora despierto todos los días con menos idea que antes de que hacer con mi vida. ¿Y ahora qué? Ese es mi primer pensamiento en la mañana y el último por la noche. Y todos alrededor dándote consejos que no son para tí, son para ellos. Consejos que no me alivian, me agobian.
Ya no tengo excusa en la que esconderme y no estoy dispuesta a hacerme la tonta de mis prresentimientos y meterme como todos dicen en lo que sé hacer. Que en realidad tampoco lo sé, pero todos creen que sí. Y aunque supiese, porque claro que no pasaron en vano los seis años, no quiero, no estoy a gusto.
Necesito brillar, necesito encontrar que hacer que me deje brillar. Hace mucho que no brillo. Espero que sea como andar en bicicleta y no se me haya olvidado como hacerlo... No, sí sé como brillar. Pero ¿en qué momento dejé de hacerlo? ¿Cómo fue que me perdí en el camino?
Ese es mi problema ultimamente, no tengo ni idea dónde estoy parada, ni para dónde voy, ni dónde quiero llegar. Supongo, eso sí, que en algún minuto lo voy a averiguar.
Seis años, un carton y nada, nada de nada.