jueves, 22 de septiembre de 2016

Sentada en el Lago Pushkar


Las palomas, los peros, las vacas y las gentes. Gentes de chocolate o de té con leche, gentes sin zapatos, compartiendo el agua que aquí es sagrada, todos bañándose en el lago. Las mujeres con sus telas arremangadas y las tetas al aire, los hombres paseando en calzoncillos. Las madres con sus niñas, los padres con sus niños y a veces toda la familia junta también.
Miles de arrullos mezclados con las voces agudas, desordenadas, medias gritonas y alegres. Y aun así en ese caos de telas secándose al sol, de personas medio desnudas y mojadas, de guardias con pitos y palos, de animales, de agua que renueva; la clama, la inesperada calma.


Y pedirle a Brahma por el bien de mi familia y amigues, agradecerle también, en esa pooja que es más obligatoria si eres extranjero. Y aunque me niego a aceptarlo, piden por mí, específicamente para que la próxima vez vuelva con mi marido.


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