lunes, 7 de septiembre de 2009

Un mal autorretrato en un mal momento.

La cabeza en llamas, con los ojos vacíos y alrededor gira el mundo como siempre, sin detenerse ni por un instante, querer detenerlo es un esfuerzo vano, es malgastar tiempo y dedicación. Pero aquí sigo, esperando, con las alas marchitas y la espalda cansada de intentos, de remordimientos, de culpas ajenas, de ansias. El hambre me mortifica y es una agonía lenta, los deseos se agolpan en medio. Y en la garganta atragantada la pena se anida, se viste de seda y se anida. Hay miedo revoloteando por todos lados, estoy cansada, exhausta, llevo corriendo un millón de mares, ya no hay algodones de azúcar, no hay más nubes esponjosas, se extinguieron los unicornios y las hadas dejaron de volar inocentes, el arco iris se apagó y quede tirada allí en medio y bajo el sol brillante exponiendo mis debilidades, mis defectos. Soy un pedazo de carne en pleno proceso de putrefacción, soy un pedazo de mujer maldita descomponiéndose, soy un pedazo de nada perdido en el todo, con los ojos llenos de lágrimas suplico comprensión más que compasión, no quiero las lástimas de esas con la piel blanca y las piernas larguísimas. En mi pequeño corazoncito inocentón y bonachón se despliega un desfile de odio y envidia, me inundo de rabia y desprecio, me niego a ver mis reflejos inmundos. Tan poca cosa. Sin voz, sin decisiones que tomar, sin perdones que otorgar, sin ilusiones, sin esperanzas, con las manos llenas de barro, enterrada en él. Y ansiosa me retuerzo por un instante de sexo, por unos segundos de olvido y placer, de rico olvido y placer... Pero anochece y me espera una cama vacía de tí, sólo aguardan en ella los estudios renegados que me acechan y siempre me alcanzan mal parada, intentando aún huir. Apretando los dientes, las muñecas doliendo y la pantalla con escritos que alguna vez entendí hablándome, insistiendo que las horas se agotan y no he hecho nada. Tengo sueños olvidados que guardé en una cajita de cristal y la escondí tan bien, tan bien, tan bien. Las desilusiones están todas rotas esparcidas por el suelo de mi pieza, dejando rastros a donde quiera que voy. Nunca nadie me respetó, porque nunca yo lo hice. Estoy eternamente atormentada, me da pena sólo decirlo, más al pensarlo y estar segura de ello me desarma. Siento ser un angel arrancado del cielo por un pecado desconocido, por qué Dios cierra las puertas a sus hijos, por qué Él les da la espalda, por qué arrogante los expulsa de Su regazo. Me niego a creer en ti pequeño ser inventado, nada de omnipotente, nada de omnipresente, pequeña mentira de los hombres. Siento ser un ángel vagando entre la maldad de un mundo que no es mío... Quizás alguna vez fui un ángel, ya no. Acalambrada me despierto a un amanecer cochino, estoy cansada, estoy cansada, ESTOY CANSADA. Me doblo, desdoblo, me siento, camino, no, no puedo parar, quiero, pero no puedo. Detenga esta porquería, al menos indícame como hacerlo.
Quiero apagar los días.





(Ayúdame, ayúd
ame a reconstruir lo que recuerdo quise ser alguna vez.)

1 comentario:

Anónimo dijo...

hace tiempo que no te leia un texto tan largo...