jueves, 25 de octubre de 2012

De nadie

-Te quiero mía- le dijo apretándola por los hombros mientras se perdía en sus ojos. Ella lo miró con una mueca de sonrisita maldadosa, se echó para atrás y mirando el suelo, arreglándose el pelo le respondió -¿Tuya? ¿Y como vendría siendo eso? ¿Así como una mascota?
Él la volvió a tomar, ahora por la cintura -Quiero estar seguro, sólo eso-.
-Ya me conoces- le dijo mirándolo fijamente a los ojos. Le acaricio suavemente el pelo enredando sus dedos entre los rulos, apoyo la cabeza en su hombro y con un beso en el oído le murmuró -te quiero, pero no puedo ser tuya, no soy ni mía y no quiero serlo.
Él la besó, larga y dulcemente. Ambos sabían que en un día o dos la conversación se repetiría.

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