martes, 15 de mayo de 2007

...::soledad::...

Aún se sentía dopada y la voz en su cabeza seguía atormentándola. La habitación estaba fría, las paredes igual de blancas que siempre y aún no arreglaban la ampolleta que no dejaba de titilar "son unos ineficientes" pensó.
Se paró de un salto de la cama y corrió al baño a ducharse, paresía tener prisa. Se arregló como si fuese a salir o estuviese esperando a alguien.
Gritó "¡Enfermera!". Como no obtuvo respuesta volvió a gritar "¡¡¡¡Enfermera!!!!", pero esta vez se notaba un dejo ira en su voz. A la habitación llegó corriendo la flacucha y desaliñada enfermera, vestida, literalmente, de punta en blanco resaltaba su colorina y crespa cabellera. "Apurate pues niña. Ya, traeme dos cafecitos" "Sí señora, altiro... Y perdone la demora." Pasó un momento y volvió la pelirroja enfermera con una hermosa y finísima bandeja de plata y en ella dos pequeñas, y también finísimas, y mononas tacitas de café. Las puso en la mesita. La señora sólo hizo un gesto con la mano, sentada en la cama no se esforzó por voltearse.
Repentinamente, igual que todos sus movimientos, se acrecó al ventanal, anochecía. Miró su reflejo en el vidrio y sus ojos se vistieron de tristeza. Acercó la mesita con la bandeja de plata y las dos tacitas de cafe junto con la silla y se sentó frente al ventanal con la mirada fija en su reflejo. Tomó una de las tacitas, dio un sorbo y con voz estirada dijo "Sírvete, está delicioso; justo como nos gusta." Se quedó en silencio mirando fijamente el reflejo un momento y volvió a decir "Esta chiquilla es media lenta y torpe, pero tiene buena mano y aprende rápido. Por eso todavía la tengo."
Súbitamente tiró el café al suelo. Unas débiles lágrimas rodaron por sus mejillas. En sus ojos se veía una inmensa tristeza con un toque de enfado. Se paró y giró un poco, quedando de lado al ventanal "¿A quién engaño? Paresco realmente loca hablando sola con mi reflejo, invitándolo a tomar un cafecito." Lentamente fue cyendo hasta quedar arrodillada, entonces, sólo entonces, irrumpió en un desconsolado llanto.
La enfermera corrió a abrazarla, tartaba de contenerla "Tranquila señora, tranquilita, ya estoy aquí", la mujer seguía en los brazos de la pelirroja "Perdona mi petulancia, es culpa de la soledad" y siguió llorando, cual si fuese una pequeña niña, en los brazos de la enfermera.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

te amo
me gusto mxo
esta bkn :D
bueno eso
ando cero inspirado
te amo mucho !!!

nunca estaras sola :D
siempre estare ai
y aya y por algun lado
cuando me necesites
te amo





postehame el mio po' :P

Anónimo dijo...

sari!! me gusto mxo lo q escribiste...genialosa tú po..orsvio xD
tah xoris..ya t agregué a mis favoritos pa pode revisar más seguidito por aki jojojo..

ai santander llu [!]

beijuzZ!


_________________consu.