que los ojos se me vuelvan de cristal,
que las manos tan heladas se me quiebren,
que las palabras no me alcancen.
Yo no quiero que las mariposas me olviden,
ni a ellas las quiero olvidar,
que la luna maldiga mi nombre,
ni perderme en un salar.
Yo no quiero que me miren desde arriba,
que la boca se me seque por completo,
que una caricia me haga daño,
que el sol brille tanto que duela.
Yo no quiero que tú y yo
seamos más ni menos que eso mismo,
sólo tú y yo.
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