jueves, 20 de enero de 2011

Las nubes son siempre igual de esponjosas, a veces más o menos rosa, pero siempre, siempre, siempre esponjosas, suaves. Y hoy, mis hormiguitas trabajadoras pulen y pulen mis castillos y parecen casi, casi relucientes, el cristal está volvindo a limpiarse y ya se ve un poco del paisaje que lo rodea. Y yo... bueno, yo me paseo tranquila por mis parajes, recordando, llorando, riendo, de todo, haciendo lo de siempre... ah, y por supuesto, disvariando mucho. De vez en cuando abro mis alitas y me echo a volar, nada más placentero que sentir el viento en la cara, despeinando el pelo, sentir el viento entre los dedos; y aporvecho de mirar, lo que de a poco a ido quedando atrás, lo que ha cambiado, lo que sigue ahí, como mis nubes. De vez en cuando encuentro a alguien que me traiga de vuelta. Y con todo esto he podido tomar decisiones, pequeñitas y a la vez gigantescas. Así he decidido que no pensaré más, que haré lo que sienta, que esta vez la guata tomará el mando y no me importa si se equivoca, para eso hay tiempo, infinito tiempo. Ásí que amaré a concho, lloraré hasta secarme, reiré hasta tener calambres y destruiré todo de rabia. Entonces entre el mar de sentimientos, mientras las olas me sacudan, quizás me encuentre otra vez, tal vez por vez primera. Hormiguitas, preparense porque sí voy a estar irritable y no haré nada para remediarlo, tendrán trabajo arduo recosntruyendo mis castillos cada vez que los despedace. Y si no resulta, al menos ahí seguirán las nubes, esponjosas igual que siempre, más o menos rosa pero, esponjosas.

No hay comentarios.: