Pero ese día la casa olía distinta, olía con ese aroma de cada verano en época de cosecha de damascos. Abrió la puerta y el aroma la atrapó y la condujo directo a la cocina, ahí estaba doña María, la abuela, llenando los frasquitos con mermelada recién sacada de la olla. Y como si no bastara con eso, en el horno se terminaba de cocinar un queque.
Era extraño, pero sólo eso bastaba para que el ánimo cambiara y todo quedase atrás, olvidado al menos por unos minutos.
Porque diganme ¿puede haber algo más reparador que un trozo de queque con mermelada de damascos recién hechos ambos? Y no olviden ese sabor a comida casera.
Para ella eso era suficiente, más que suficiente. Eso era aroma a hogar.
(Abuelos: Abelardo y María Inés)
Lejos los mejores del mundo
2 comentarios:
mirame a los ojos si me quieres matar, nana yo no te voy a dejar (8)...
yo no te quiero matar
todo lo contrario
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