lunes, 3 de diciembre de 2012

Rescatado


La otra vez vi al gato rosado reírse, se reía como cuando la Lupe come manjar y se pone feliz, y yo me reía con el porque las vacas vuelan y mi abuelita no me creía que las vacas podían volar.
-Ve abuelita, todo es posible- le dije cuando la llevé al parque de los girasoles a ver a las vacas viajar por el cielo mostrándonos sus enormes ubres rosadas.
Y mi mamá cree que las escaleras al cielo no existen, pero yo le prometí que le iba a mostrar una, pero todavía no encuentro donde me vendan una y no creo que alguien la quiera vender. Estoy pensando construirle una con los naipes que se me perdieron en le jardín de sauces y malvas atrás de mi casa. Es que le quiero regalar una, así se podría comprar una casa en las nubes, dicen que son más baratas que aquí, además estaría más cerca del sol ella que es tan friolenta.
Se me olvidó preguntarle al gato rosado dónde las venden, seguro que él sabe donde conseguir una a buen precio, no más de mil sonrisas o unos cuantos pares de abrazos.
Es muy simpático ese gato, siempre tiene tiempo para escucharte y si tienes algún problema te da los mejores consejos, y lo único que pide a cambio es que le rasques el lomo o el cuello y se pone a ronronear.
Que familia más incrédula que tengo pero, de a poquito les he ido demostrando las cosas. Convencí a mi abuelita que las vacas vuelan, a mi abuelo lo convencí que en el río grande vive el pez enorme que protege a las estrellas de ahogarse en el agua, mi hermana no me creía que debajo de la casa vive la dama de tierra que cuida que los árboles no se hundan en ella, mi tía no creía posible que al girar el paraguas tres veces a la derecha te transportaras a otras épocas. Sólo me queda convencer a mi mamá que las escaleras la cielo sí existen y a mi papá que con las nuevas zapatillas “Rapidín” puede llegar en un minuto a donde quiera ir, dice que no hay nada más rápido que su auto.

::eL mUndO dE lOs sUeñOs a tUs pIes::




Agosto del 2006


[Rescatado del baúl de los recuerdos, dedicado, en su momento, a un recuerdo con rostro, que no me quiere recordar, pero en esa época no nos queríamos olvidar. Me gustaba como escribía entonces, me gustaba como pensaba entonces... Igual me gusta como pienso ahora]

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